
Terapia basada en la mentalización para el TLP
La terapia basada en la mentalización (TBM) ofrece un tratamiento audaz, coherente y pragmático para el tratamiento de aquellos pacientes con un marcado rasgo límite.
La terapia basada en la mentalización (TBM) ofrece un tratamiento audaz, coherente y pragmático para el tratamiento de aquellos pacientes con un marcado rasgo límite.
Mucho se ha escrito sobre el Trastorno Límite de Personalidad (TLP). Los trastornos disociativos también han sido objeto de múltiples estudios.
La evitación reiterada de aquello que sólo es amenazante en nuestras cabezas, renunciando a aquello que deseamos en secreto, puede ser muy incapacitante.
Los pacientes borderline parecen tener una habilidad peculiar para generar una gran variedad de respuestas contratransferenciales en el psicólogo.
El trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo se caracterizado por una rigidez e inflexibilidad exacerbada, además de una preocupación excesiva en las reglas, el orden y el control.
El miedo al abandono compone un aspecto nuclear en el trastorno límite de personalidad.
Dependencia emocional y Trastorno límite de personalidad (TLP) son términos que van ganando terreno en el ideario colectivo y que, a menudo, caminan de la mano.
Los pacientes que sufren TLP saben bien lo que es una crisis. Son momentos de desbordamiento emocional y dolor exacerbado.
Psicólogos, psiquiatras o allegados de personas diagnosticadas con Trastorno Límite de Personalidad (TLP) estamos familiarizados con conceptos tales como crisis, ideación, amenaza o tentativa autolítica o suicida.
Publicamos en la Revista Clínica Contemporánea, un artículo en el que analizamos las fuentes de iatrogenia, o efectos perniciosos, en procesos terapéuticos dirigidos a personas con trastorno límite de personalidad (TLP).
Literatura y psicología han cruzado sus caminos en muchas ocasiones. Algunos autores se han inspirado en personajes literarios para nombrar síndromes y trastornos psicológicos.
No olvidemos que ser particular o excéntrico jamás tendrá un carácter patológico. A no ser que genere de manera consistente y prolongada malestar psicológico significativo.
El cluster A incluye tres TPs: en el paranoide prima la sospecha o la desconfianza, en el caso del esquizoide destacan el aislamiento y la introversión y en el esquizotípico el retraimiento y las creencias pseudomágicas.
El pequeño Nicolás podría padecer un trastorno narcisista de la personalidad con tintes megalómanos y tendente a la pseudología fantástica.
El clúster C agrupa aquellos trastornos de personalidad cuyos rasgos prominentes orbitan alrededor del temor, la rigidez y la ansiedad. Dentro del clúster C encontramos el trastorno de la personalidad evitativo, el dependiente y el obsesivo-compulsivo.
A pesar de que existen algunas particularidades, TLP no equivale a sexualidad desbocada o promiscuidad. No son bombas sexuales y su forma de relacionarse varía en cada caso y momento vital.
Cada vez existe más información en torno al TLP, sin embargo, las alteraciones de la identidad continúan conformando aspectos poco tenidos en cuenta, y a menudo olvidados, en los procesos de evaluación y tratamiento.
El cluster B agrupa el trastorno antisocial, límite, histriónico y narcisista. Se caracterizan por su apariencia inestable, dramática, emocional o errática. Son personas percibidas como inmaduras e inestables, con dificultades con la propia identidad; estas se manifiestan de diferentes formas, desde la arrogancia y la grandilocuencia a la insatisfacción y el vacío.
En el trastorno paranoide de la personalidad (TPP) los rasgos característicos son una desconfianza extrema con actitudes defensivas y de suspicacia.
El trastorno narcisista de la personalidad se define como ‘un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una carencia de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos contextos’
Las relaciones afectivas de las personas con TLP acostumbran a ser pasionales, conflictivas y caóticas. Su pareja tiene que hacer frente a una serie de desafíos adicionales. No son siempre los mismos, no se dan en la misma forma e intensidad y varían en cada persona y situación.
El trastorno dependiente de la personalidad presenta como rasgo principal un déficit de autonomía sustentado en la creencia de que se es débil o frágil, o indefenso, inmaduro e incompetente. Generalmente, la persona manifiesta así dificultades para adaptarse a la vida adulta.
El sentimiento de vacío en el TLP presenta un carácter recurrente, que en algunos casos adquiere un carácter crónico. Además, lejos de referir aspectos externos a la persona, en los pacientes con TLP el sentimiento de vacío se relaciona con la propia identidad.
El diagnóstico del TLP resulta una tarea ardua y compleja. Inicialmente, más que un diagnóstico, el psicólogo/a debe manejar una hipótesis clínica. La información obtenida en las primeras sesiones rara vez compone un diagnóstico completamente fiable y son frecuentes los falsos diagnósticos, tanto positivos como negativos.
Los rasgos asociados al TLP se suelen enmascarar en el enamoramiento, pueden ser interpretados por como signos de pasión exacerbada o desajustes propios del inicio de la relación. Posteriormente y de manera progresiva los conflictos empeoran, dificultando el día a día y poniendo en riesgo la viabilidad de la vida en pareja.
El Bovarismo parece cobrar fuerza en el imaginario colectivo para referir un estado de insatisfacción crónica.
Ser histriónico, o un poco payaso, no significa padecer un trastorno. El Trastorno Histriónico de la Personalidad se caracteriza por una emotividad variable y una búsqueda constante de atención y aprobación externa, sustentadas ambas en una baja autoestima y escasa autonomía afectiva.
Para las personas con trastorno límite de la personalidad, las relaciones afectivas son intensas, turbulentas e inestables. Pasión, entrega, celos, miedo al abandono, victimización, demanda extrema o chantaje emocional son elementos que conforman dinámicas relacionales ambivalentes y complejas.
El Síndrome de Peter Pan no tiene entidad clínica, no es una enfermedad mental y no debería ser objeto de tratamiento psicológico cómo tal.
El trastorno límite de la personalidad (TLP), también referido como personalidad borderline, es una etiqueta diagnóstica con una creciente presencia en la sociedad actual. Al igual que en otros trastornos de este grupo, como el antisocial, el histriónico o el narcisista, la raíz se encuentra en una serie de rasgos de personalidad exacerbados.
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