Adopción Internacional
En España, la adopción internacional emerge con posterioridad a otros países occidentales. Hasta hace unas décadas, a diferencia de nuestros vecinos europeos, adoptar en el territorio nacional requería una espera razonable. Será a finales de los años ochenta cuando la posibilidad de adoptar un niño/a nacido en España se reduce considerablemente. A partir de entonces crecen los trámites de adopción internacional, situándonos en apenas una década como uno de los principales países receptores. El contexto sociopolítico en muchos de los países tradicionalmente implicados ha cambiado y, en los últimos años, el número de solicitudes ha disminuido. Aquellos niños y niñas acogidos en las décadas pasadas se encuentran en plena adolescencia o en el inicio de vida adulta.
La adopción y sus particularidades
Ser una persona adoptada no implica padecer problemas psicológicos, ya sean cognitivos, afectivos o de conducta. Las etiquetas “padres adoptivos” y “personas adoptadas” refieren un grupo de gran heterogeneidad en la que encontramos diversidad de características personales y contextos vitales. Dicha diversidad supone una conclusión compartida de los principales estudios y meta-análisis llevados a cabo sobre el desarrollo psicológico de las personas adoptadas. Sin embargo, los nuevos núcleos familiares conformados con la adopción se enfrentan a tareas y procesos ciertamente particulares.
En muchas ocasiones, a la alternativa de la adopción se llega por la ausencia involuntaria de hijos/as biológicos, lo cual en algunos casos impacta en el bienestar personal y de pareja. En este contexto, la preparación para la paternidad se da en un contexto diferente, ya que el rol de madre o padre puede asumirse de una forma abrupta, con la llegada del menor. El vínculo afectivo, por tanto, se establece de una forma y en un contexto diferentes.
Las personas adoptadas arrastran una historia previa, incluso aunque el proceso adoptivo se produjese en sus primeros meses de vida. Además, existen factores genéticos, antecedentes prenatales, o perinatales que pueden impactar en la vida posterior. Algunos pueden ser especialmente negativos, como las posibles deficiencias nutricionales o el consumo de sustancias de la madre durante el embarazo. En el pasado del niño/a es común encontrar situaciones de precariedad educativa y de crianza, y el propio proceso de adopción implica un cambio sustancial con la consiguiente carga emocional. Sin olvidar la posible exploración y aceptación de la historia previa del hijo/a adoptivo. En este proceso, la familia debe integrar el pasado, sus emociones y recuerdos de la familia y contexto anterior. Posteriormente, en la adolescencia, es común el cuestionamiento de su identidad, especialmente cuando existen diferencias raciales con la familia adoptiva.
¿Cómo orientamos la atención psicológica?
Tradicionalmente el papel del psicólogo/a se ha centrado en el estudio de idoneidad. Sin embargo, el proceso de adopción internacional conlleva un arduo recorrido que no acaba con la recepción y acogida del menor. El acompañamiento psicológico puede ser clave en el asesoramiento en relación con pautas educativas, los cambios en el sistema familiar, la atención psicoterapéutica ante problemas de conducta y en la mediación y apoyo en los procesos de búsqueda de orígenes, tanto en la demanda de información como en los intentos de contacto.