
Personas tóxicas vs. relaciones tóxicas
Últimamente se extiende la creencia de que existen personas tóxicas, auténticos vampiros de energía que provocan malestar y de los que conviene huir como de la peste.
Los celos componen una experiencia casi universal. Son la expresión afectiva del temor a ser abandonados por el otro. Es importante hacer una distinción entre la expresión común de miedos e inseguridades y los celos patológicos o celotipia. Se convierten en un problema cuando adquieren un patrón obsesivo, o un carácter excesivamente intenso y frecuente e interfieren en nuestra cotidianidad y la de nuestra pareja. En el caso de la celotipia, la preocupación provoca un malestar intenso y recurrente que impacta en la relación, provocando conflictos o incluso la ruptura.
La persona celosa acostumbra a escudarse en una experiencia previa de traición o infidelidad para justificar su miedo. No siempre en primera persona, a menudo refieren a alguien cercano quien sufrió el engaño. No ayuda que el contexto cultural en ocasiones atribuye a estos sentimientos un cáliz de normalidad, incluso justificándolos como una expresión natural del amor.
A menudo, la persona celosa es consciente de que su temor es excesivo y problemático y no siempre se traduce en conductas agresivas o de control. Incluso cuando los impulsos son contenidos, la preocupación excesiva acaba impactando, provocando estados anímicos decaídos y ansiedad.
En algunas ocasiones, los celos no sólo son una proyección ante la ausencia del otro en el presente; también aparecen en forma de anticipación en el futuro e incluso como sensación de amenaza por la experiencia pasada. En estos casos, la persona celosa se siente insegura con parejas anteriores o experiencias pasadas.
La celotipia puede manifestarse en personas sanas y adaptadas socialmente. Sin embargo, también aparece como factor coadyuvante de trastornos de personalidad, trastornos obsesivos, o como signo de dependencia emocional.
No existe un patrón o conjunto de rasgos de personalidad que defina a la persona celosa. Si encontramos algunos lugares comunes, como son la inseguridad, la necesidad de control o la demanda rígida de exclusividad. Estos se traducen en los siguientes signos:
El tratamiento comienza con la valoración de las circunstancias individuales y el origen de la celotipia. En ocasiones, encontramos problemáticas relacionadas que deben ser atendidas. Ya sea un estado anímico decaído, ansioso, inseguridad y problemas de autoestima, estrés postraumático, dependencia emocional, etc.
El proceso para tratar la celotipia debe contemplar un carácter integral. El miedo al abandono cuando es persistente acostumbra a estar enraizado en vivencias tempranas y se manifiesta con consistencia en la historia relacional de la persona.
La terapia debe atender diferentes aspectos, aumentando la seguridad afectiva y autoestima. Explorando, analizando y gestionando pensamientos irracionales sobre la infidelidad, conductas de control y conflictos en la relación actual.
Últimamente se extiende la creencia de que existen personas tóxicas, auténticos vampiros de energía que provocan malestar y de los que conviene huir como de la peste.
Para las personas con trastorno límite de la personalidad, las relaciones afectivas son intensas, turbulentas e inestables. Pasión, entrega, celos, miedo al abandono, victimización, demanda extrema o chantaje emocional son elementos que conforman dinámicas relacionales ambivalentes y complejas.
Estar enamorado/a es fantástico. Sin embargo mantener una relación de pareja no es fácil y
Los celos patológicos o celotipia parten de dos características de vulnerabilidad psicológica: la inseguridad y la necesidad de control.
Los celos son la expresión emocional del temor a perder la persona amada en favor de un rival. Todos (o casi todos) hemos sentido celos en algún momento de nuestra vida. Existe una delgada línea entre los celos cotidianos y los patológicos o celotipia.
La dependencia emocional no es un estado de enamoramiento exacerbado, se trata de un patrón continuado y recurrente en la forma de establecer relaciones afectivas. En este patrón encontramos componentes emocionales, cognitivos y conductuales.
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