Tratamiento de la ansiedad
Todos hemos sentido ansiedad en algún momento de nuestras vidas. En la mayoría de los casos se trata de un estado útil, nos indica que algo no va bien o que existe una amenaza y nos dispone a actuar. Los términos nerviosismo, inseguridad, inquietud, angustia, tensión, temor o miedo, hacen referencia a la experiencia de la ansiedad. Es necesario buscar tratamiento para la ansiedad cuando ésta es excesiva y desproporcionada, o cuando la sentida amenaza no es tal. Es cuando en lugar de prepararnos para la acción, la ansiedad nos bloquea o dificulta la puesta en marcha de comportamientos para resolver el problema en cuestión.
Síntomas
Los principales síntomas ansiosos son el temor, preocupación, sensación de falta de aire, aceleración del ritmo cardiaco, insomnio o nauseas. Aunque la ansiedad puede ser experimentada de diferentes formas, podemos agrupar los signos de ansiedad de la siguiente forma:
- Hiperactividad vegetativa: taquicardia, sudoración, molestias gástricas, vértigo, sequedad de boca, sensación de falta de aire, etc.
- Incremento de tensión muscular: temblor en extremidades, cefaleas de tensión, dolor de espalda, etc.
- Aprensión o excesiva preocupación sobre acontecimientos negativos, dificultad de concentración, sensación de agotamiento, etc.
Desde un punto de vista clínico, la ansiedad compone los cuadros sintomáticos más frecuentes en la población general. No sólo afecta a las personas que sufren de trastornos ansiosos, en muchos casos los estados ansiosos aparecen en la depresión, los trastornos psicóticos, los conflictos de pareja, los trastornos de la conducta alimentaria, etc. Aunque pueden producirse en cualquier momento, los trastornos de ansiedad surgen con frecuencia en la adolescencia o en el inicio de la adultez.
¿Cuáles son las principales clases de trastornos de ansiedad?
Los Trastornos de Ansiedad refieren un término general que abarca diferentes etiquetas diagnósticas con sus propias características. El DSM-V (Manual Diagnóstico que constituye la Biblia de psicólogos y psiquiatras) distingue los siguientes trastornos de ansiedad:
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
En este tipo de dolencia, el miedo, angustia o preocupación se percibe como casi constante. Es común que la persona que lo padece afirme que su cabeza va muy rápido y está llena de preocupaciones. La ansiedad en estos casos suele ser flotante y es complejo identificar su origen.
Los pensamientos ansiógenos se relacionan con la salud, el trabajo, la economía, los conflictos interpersonales, etc. Con frecuencia se mantiene una sensación constante de que algo negativo va a suceder. Llega un momento que el estado ansioso recurrente y el malestar afecta a otras parcelas de la vida, a las relaciones afectivas, al trabajo o la familia.
El trastorno de pánico implica la experimentación de episodios repentinos de miedo o angustia, usualmente acompañados por taquicardia, transpiración, debilidad, mareo y dificultades para respirar. Estos episodios son comúnmente llamados ataques de pánico, crisis de angustia o de ansiedad. Además suele producirse una sensación de irrealidad, temor a una fatalidad inminente o miedo a perder el control. Las manifestaciones se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos, para luego desparecer por completo. Durante la crisis, los miedos más comunes son sufrir un ataque al corazón, perder el conocimiento o perder el contacto con la realidad (volverse loco/a).
Haber sufrido un episodio no implica necesariamente que se desarrolle la enfermedad. Muchas personas experimentan una primera y única crisis, sin mayor recorrido. Sin embargo, cuando los episodios son recurrentes, las personas desarrollan mucho miedo a tener una próxima crisis, y en consecuencia tienden a limitar sus actividades. En algunos casos puede condicionar el día a día, llegando incluso a la evitación lugares públicos, medios de transporte o simplemente pasear o conducir. Cuando la enfermedad llega hasta este punto, puede evolucionar en agorafobia.
Trastorno por estrés postraumático (TEPT)
El TEPT refiere la vivencia traumática de un suceso que ha puesto en riesgo la integridad física o psicológica de la persona que lo ha sufrido o presenciado. Puede ser una agresión, un accidente, un desastre natural, etc.
Los pensamientos, sentimientos y patrones de conducta se ven seriamente afectados por recuerdos de estos sucesos. Las imágenes de la situación traumática vuelven a re-experimentarse una y otra vez en forma de flashbacks de manera involuntaria. El miedo, preocupación o evitación de situaciones se mantienen a lo largo del tiempo y conllevan intensas reacciones de ansiedad o activación fisiológica.
Trastorno por estrés agudo
El trastorno por estrés agudo tiene mucho en común con el trastorno de estrés postraumático. En este caso, la persona sufre, temporalmente pero de forma aguda, un cuadro de ansiedad fisiológica, tras sufrir un episodio traumático. A diferencia del trastorno de estrés postraumático, los síntomas aparecen a los pocos minutos del suceso traumático, y remiten con un mínimo de 2 días y un máximo de 4 semanas. No es raro que el trastorno de estrés agudo desemboque en un trastorno de estrés postraumático.
Por el contrario, lo que comúnmente llamamos estrés suele referirse a un sentimiento de tensión física o emocional relacionado con las demandas del entorno laboral, social o familiar. En el caso del estrés laboral, las causas suelen ser una excesiva carga de trabajo, un elevado nivel de responsabilidad, relaciones sociales conflictivas, un insuficiente reconocimiento, etc. En estas situaciones, el estrés puede provocar un gran malestar psicológico, afectar a las relaciones sociales y afectivas y e incluso poniendo en riesgo la propia salud física de la persona.
Trastorno de ansiedad social
La ansiedad social (también llamada fobia social) se caracteriza por la aparición intensa de síntomas ansiosos ante determinadas situaciones sociales. Frecuentemente las personas con fobia social se sienten ansiosas cuando interactúan con personas que no conocen mucho o que creen que pueden evaluarlas negativamente.
Este miedo se pone de manifiesto en situaciones como encuentros sociales en las que tendrá que relacionarse (fiestas, cenas, eventos, etc…), situaciones en las que haya que hablar en público, como intervenir en clase o realizar una exposición, encuentros inesperados con conocidos, familiares, etc. Frecuentemente, estos temores se refieren no tanto al encuentro, la reunión o las personas que participan, sino a experimentar un grado tal de ansiedad que se haga visible para los otros. En cierto sentido muchas personas tienen miedo al propio miedo, es decir, sienten ansiedad ante la anticipación de dicha ansiedad.
La característica esencial de una fobia específica es al miedo irracional y excesivo a un objeto o situación determinados que en realidad constituye una amenaza mínima o nula. Es decir, un miedo excesivo a algo como la altura, los túneles, los espacios cerrados, volar, perros, los arañas, la sangre etc.
Aunque los adultos con fobias son conscientes de que tales temores son irracionales, con frecuencia encuentran que el enfrentar, o incluso el pensar en el objeto o la situación que produce el temor, trae consigo una ansiedad intensa.
Al igual que en la fobia social o en el trastorno de pánico, la persona que sufre una fobia acostumbra a evitar las situaciones que teme con la consiguiente pérdida de funcionalidad. Es entonces cuando no viaja en avión, no baja a parques donde haya posibilidad de encontrar perros, no coge ascensores, no visita el médico por miedo a los análisis o inyecciones, etc.
Trastorno de ansiedad por separación (TAS)
El TAS es una etiqueta diagnóstica que se ha incorporado recientemente en la última versión del manual diagnóstico (DSM V). En el TAS la persona presenta una excesiva ansiedad ante la separación de aquellas personas hacia quienes tiene una fuerte relación de apego. También puede darse ante la posibilidad de dejar su hogar; puede presentarse ansiedad o preocupación excesiva ante la posibilidad de perder a esas figuras importantes o la posibilidad de que sufran algún daño.
La ansiedad de separación es algo normal en el desarrollo natural en la primera infancia. Se considera patológica cuando este sentimiento es excesivo o incapacitante. De acuerdo a la última versión del DSM, el trastorno de ansiedad por separación afecta a aproximadamente el 7% de los adultos y el 4% de los niños, pero los casos infantiles tienden a ser más severos.
¿Por qué es importante buscar tratamiento para la ansiedad?
Si no se tratan, los trastornos de ansiedad pueden tener consecuencias graves. Además de deteriorar nuestro bienestar psicológico, la ansiedad puede conllevar una gran afectación funcional. Es decir, puede afectar negativamente a la actividad económica o académica, a las relaciones familiares y afectivas, etc.
Por ejemplo, una persona con ataques de pánico recurrentes evitará aquellas situaciones en las que podría desencadenarse un ataque. Esta conducta evasiva puede desembocar en agorafobia. O una persona con ansiedad social puede limitar tu interacción con otras personas, afectando tanto a su vida profesional como personal.
Además, las personas que padecen ansiedad y no procuran tratamiento psicológico son propensas a padecer trastornos psicológicos, como la depresión, y tienen una mayor tendencia al abuso de ansiolíticos, alcohol y otras drogas.