¿Te olvidas fácilmente de agravios, sonríes cuando tu cabeza genera una idea macabra, no planchas tus camisetas, miras tu nueva lorza con cariño, no echas siempre doble llave al salir de casa, te gusta improvisar el fin de semana o te la bufa el salseo de la oficina? Si la respuesta es afirmativa, te aconsejo que no cambies. Sin embargo, si prefieres ser una persona obsesiva y orbitar en torno a pensamientos intrusivos, preocupaciones y rituales, a continuación, ofrecemos unas pautas para transformar el día a día en un infierno de rumiación y obsesión.
1. Lo pienso, luego existe
Los pensamientos no son fortuitos. Tú sabes que si ideas algo es porque existen muchas probabilidades de que exista. Si te duele un codo, y sobrevuela sobre tu cabeza el temido cáncer o la terrible esclerosis múltiple, es muy probable que padezcas ambos. Si eres heterosexual y se inmiscuye la idea de tener relaciones homoeróticas, seguramente eres gay y no lo sabes. Si fugazmente aparece una escena en la que tu pareja te abandona…, ¡lo está planeando! Los magufos de la psicomagia están en lo cierto, si piensas algo, aumentan las probabilidades de que ocurra. Preocúpate, si lo piensas, existe.
2. Rumia sobre todas las cosas
Pensar está bien, pero rumiar es mucho mejor. Elige una temática: la seguridad, el dinero, la limpieza, la salud, el sexo, tu cuerpo o el del vecino, un problema, tu madre, el trabajo, el amor o tu suegra. Puedes elegir varios, pero es más eficaz centrarse en uno. Una vez lo tengas, genera posibles escenarios, elige el más terrible e idea todas sus consecuencias e implicaciones. Si agotas los diferentes trenes de pensamiento, comienza a rumiar desde el inicio.
3. Planea
Prever está bien, pero estimar, ponderar, calcular y trazar planeas de acción pertinentes y adecuados a cada escenario posible es mucho mejor. Debes tener siempre cuatro temas para un encuentro casual con un vecino, acude a las cañas con una anécdota principal y siete de repuesto, tu maleta de fin de semana necesita prendas para seis previsiones meteorológicas y tu lacena con alimentos no perecederos para catorce días. La espontaneidad solo genera caos y destrucción.
4. La perfección existe
Ser una persona obsesiva es incompatible con las medias tintas. Las cosas están bien o mal, son blancas o negras. No envías un informe hasta que está perfecto, no sales de casa hasta que has comprobado que tus calcetines están a la misma altura, no sirves la paella si el socarrat se ha churruscado. La escala de grises es un invento de modernos, melifluos y pusilánimes. No es rigidez, es criterio. Adaptarte a un entorno cambiante está sobrevalorado, lo importante es rechazar aquello que no se adapta a tus expectativas. Conformarse es de mediocres y tú buscas la excelencia.
5. Actúa
Ante los pensamientos intrusivos, actúa. Si aparece fugazmente la idea de que has dejado la puerta de casa abierta, debes volver inmediatamente a cada para comprobar que todo esté en orden (existen muchas probabilidades de que un caco este saqueando en ese preciso momento cada rincón de tu hogar). Si sientes que tus manos están sucias, lávatelas inmediatamente un número primo. Si te preocupa que la reunión del martes salga mal, enciende y apaga nueve veces la puerta del ascensor. En la acción encontrarás la paz.
6. O mejor, no actúes
Una persona obsesiva en condiciones lo sabe: cada decisión es crucial y genera una línea temporal en un universo alternativo. Algunos lo han llamado duda neurótica, pero tú sabes que es gestión responsable del multiverso. Y en este mundo que te ha tocado, es importante no equivocarte. Busca ese placer inigualable en desojar margaritas infinitas con carne o pescado, tu afecto o el del otro, con tu trabajo o la excedencia, con tu alquiler o la hipoteca, con los pelos o el depilado o el chorizo o la sobrasada.
7. O directamente evita
Evita esos pensamientos raros. Rechaza con vehemencia cualquier imagen mental, cualquier mensaje autogenerado. Si aparece el temido pensamiento intrusivo aprieta los dientes o los glúteos y di ¡basta! No hay que pensar. Es tu cabeza y puedes controlarla. Si resulta complicado, puedes empezar evitando todas aquellas situaciones que generan pensamientos intrusivos o simplemente ansiedad. Evita el metro, el vestuario del gimnasio, el sexo, el coche, el parque y el supermercado. ¿Qué sentido tiene confrontar nuestros temores? Ninguno.
8. Genera bucles
Reflexionar es de sabios y a ti no te gusta dejar cabos suelos. Rumiar y planear están bien, pero un buen bucle de tamaño transatlántico te llevará mucho más lejos. Elige una preocupación, genera todas las tramas posibles, cuanto más retorcidas mejor. Idea diferentes secuencias de acción sin importar su lógica. Barrunta cada conjetura y no ceses hasta armar un buen bucle petrolero.
9. Ritualiza
Comprueba tres veces el gas, haz siempre el mismo recorrido con tu perra, mantén del mismo desodorante por periodos de quince años, coloca los mandos impolutos de manera simétrica en la mesa de centro (que debe estar centrada) y cepilla tus molares once veces y siempre de abajo arriba. También puedes ordenar las especias alfabéticamente, acumular camisetas, comprobar manillas, sacudir felpudos y contar personas con sobrepeso en el trayecto al trabajo. Vertebrar tu vida en rutinas te ofrecerá placer y seguridad. No olvides que si modificas tu día a día puedes provocar una alteración en tu línea temporal que resulte en un apocalipsis zombi.
10. El control es todo
El control es la clave. Ya observas, fiscalizas e intervienes obre todo lo que sucede en tu interior. Pero no basta con controlar tus pensamientos, tus emociones o tu comportamiento. Puedes ir más allá, con disciplina y constancia llegarás a controlar a tu madre, tu perra, tu gato, tu expareja, tu jefa, la tasa de paro, los semáforos y el clima. Si no es posible el control, evita, rumia, ritualiza y vuelve al inicio.
David Martín Escudero
PD: Obsesión proviene del término latín obsessĭo, que significa «asedio». Se trata de una perturbación anímica producida por una idea fija, que con tenaz persistencia asalta la mente. El Trastorno Obsesivo Compulsivo – TOC (TOC) es un trastorno muy incapacitante. A pesar de su popularidad, existen muchas falsas creencias. El TOC se caracteriza fundamentalmente por la presencia de ideas obsesivas, que se imponen en la mente del paciente, y que generan una reacción ambivalente, ya que pueden ser rechazadas visceralmente y al mismo tiempo ser admitidas como reales. Asociados a estas ideas aparecen acciones obsesivas o rituales: lavarse las manos, comprobar interruptores, contar hasta un determinado número, etc. Estas acciones refieren los tipos de TOC más conocidos.