Amor, TOC relacional y duda obsesiva

R toma un vino con su reciente pareja, J, y unos amigos mientras eligen los platos para la cena. R siente que debería ser feliz, sus amigos parecen aprobar a J. Sí, la relación puede ser perfecta. R observa minuciosamente a J. y observa una vez más un diente desplazado y una espinilla en la nariz. Sí, le quiero, pero no sé, hay algo que no está bien. -¿Realmente funciona?-. Se sirve más vino e intenta alejar ese pensamiento. Le asalta una imagen intrusiva: ambos desolados por el dolor de la ruptura. Siente un poso de ansiedad. Se sirve más vino. La imagen vuelve. Coge de la mano a J y se dice -si me mira a los ojos y sonríe todo está bien-. J no devuelve la mirada. La ansiedad aumenta. Mira de nuevo el diente desplazado. R comienza a sentirse mal. J emite una carcajada estridente. A R le saca de quicio. Aparece de nuevo la imagen de desolación. Aumenta la ansiedad. Mira a J. buscando consuelo y solo ve ese diente. -¿Y si me he equivocado?-. Cree que no va a poder parar. R se escusa, se levanta y va al baño. R padece lo que algunos refieren como TOC relacional. 

Cuando pensamos en trastorno obsesivo compulsivo (TOC), probablemente aparece en nuestras cabezas una persona lavándose las manos compulsivamente o comprobando cerraduras u ordenando la vajilla por tamaños y colores. Sin embargo, se trata de un trastorno con una gran variedad de presentaciones clínicas. La característica nuclear es la presencia de pensamientos intrusivos persistentes que producen gran malestar y conductas repetitivas denominadas compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad asociada.

Las obsesiones más comunes (en orden descendente) son la contaminación por suciedad, gérmenes, virus o fluidos corporales, el miedo al peligro, el orden y la simetría, la imagen corporal o los síntomas físicos, los pensamientos religiosos, sacrílegos o blasfemos, los pensamientos sexuales no deseados, la acumulación de objetos inútiles o gastados, o los pensamientos de violencia o agresión (Foa et al. 1995).

Las obsesiones del TOC no se rigen por un patrón rígido; a lo largo del ciclo vital, el contenido puede variar. En los últimos años, la investigación ha comenzado a prestar atención a los signos obsesivo-compulsivos centrados en las relaciones afectivas, que incluyen la duda obsesiva, las conductas de control y de comprobación. 

TOC relacional

El TOC relacional, también llamado de una forma más prosaica TOC de amores, carece de entidad diagnóstica. Es decir, no está reconocido por la comunidad clínica ni por los principales manuales diagnósticos. Realmente debemos utilizar con cautela el término TOC relacional o TOC de amores, ya que son manifestaciones del TOC en el plano afectivo. Estas se pueden traducir en dudas obsesivas sobre si el otro es la persona adecuada, o sobre la propia relación, en dudas sobre los propios sentimientos o sobre los del otro. Cuando la duda recae sobre la idoneidad del otro, aparece la idea recurrente de que este no es “adecuado”. El perfeccionismo se traslada al objeto de deseo, hacia algún aspecto que no acaba de encajar con una expectativa rígida. Tal vez no es suficientemente inteligente, o fuma, o no fuma, o no hace deporte, o hace demasiado. Tal vez exista un rasgo físico que se hace omnipresente, quizás camine de una forma extraña o su risa nos resulte irritante. El bienestar emocional sólo se alcanza cuando el momento es “perfecto”. Doron y su equipo (2013) proponen una forma de evaluación de las manifestaciones del TOC en la relación de pareja poniendo el foco en la sensación de inadecuación del otro. Para ello proponen 6 aspectos: apariencia física, sociabilidad, moralidad, estabilidad, inteligencia y competencia.
Es entonces cuando la duda obsesiva se cierne sobre los propios sentimientos, ¿y si no estamos enamorados? La culpa se asoma con fuerza sobre los momentos compartidos y nos somete en una vorágine de dudas y comprobaciones. Observamos nuestra respuesta emocional y evitamos situaciones, o generamos las contrarias, que puedan detonar esos pensamientos que nos dicen que estamos impostando una relación, que no es real. Así, se buscan señales o comprobaciones de que el amor es real.

También, podemos dudar sobre los sentimientos del otro. Tal vez no nos quiere. O tal vez no nos desea en la forma en la que esperamos. Aparece la anticipación de ruptura. El foco vuelve al otro, en este caso sobre sus emociones y comportamientos buscando reciprocidad. Aparece la autoexigencia exacerbada, ¿y si no somos una persona suficientemente atractiva, inteligente o divertida? Revisamos nuestra experiencia y nos martirizamos evaluando nuestro comportamiento con crudeza. La inseguridad puede traducirse en tanto en culpa como en celos y territorialidad. Cualquier mirada distraída puede ser interpretada como desinterés, cualquier situación puede detonar la anticipación del abandono. El bucle de anticipación aversiva puede poblarse con preocupaciones recurrentes sobre el fin del romance.

La duda obsesiva en el amor está muy entreverada en la conceptualización de las relaciones propia de esta época. En tiempos de Tinder e Instagram, el objeto de deseo puede ser también objeto de consumo. Y este debe ser el adecuado. Se emprende una misión cuasi imposible en la búsqueda del match perfecto. Tal vez el vínculo que iniciamos o mantenemos no sea el adecuado. Quizás la relación carece de es complicidad, esa chispa, esa pasión.

En la duda obsesiva en el amor subyace la intolerancia a la incertidumbre y la rigidez del perfeccionismo. Por una parte, encontramos una necesidad exacerbada de certeza, de control o seguridad. Y el amor implica un estado de vulnerabilidad en el que el propio bienestar en cierta medida depende de otro. En segunda instancia, la tendencia a creer que hay una solución perfecta para cada conflicto. Lo cual, en el ámbito afectivo, se traduce en un sistema de creencias y expectativas sobre el otro que rara vez se corresponden una realidad imperfecta. La rigidez no casa con la aceptación del otro, de uno mismo y de los conflictos subyacentes.
Cuestionar la propia relación o preocuparse por el otro no componen signo alguno de patología. La preocupación forma parte de cualquier enamoramiento. La duda obsesiva propia del TOC se ha diferenciado teórica y empíricamente de las preocupaciones. Los pensamientos obsesivos propios de TOC son menos racionales, congruentes y tienden a asociarse con conductas compulsivas, mientras que las preocupaciones acostumbran a ser más reactivas al conflicto y son percibidas como más racionales y coherentes. Además, mientras que las preocupaciones suelen aparecer en forma de lenguaje interiorizado y pertenecen a una variedad de dominios de la vida, las obsesiones centradas en las relaciones se presentan en una variedad de formas, que incluyen imágenes, pensamientos e impulsos, y se centran en el dominio de las relaciones (Doron 2013).

La duda obsesiva y el TOC

En las perspectivas más tradicionales de la psicología, la duda y la indecisión eran contempladas como características nucleares del trastorno obsesivo compulsivo. A pesar de que constituyen características que encontramos en la práctica clínica, los sistemas diagnósticos más actuales han excluido estos aspectos en su descripción del trastorno.  La investigación ha emprendido un retorno al estudio de estos constructos clásicos para mejorar la comprensión del origen y desarrollo del TOC. Así, se está recuperando la duda neurótica y las sensaciones asociadas a “algo no está bien del todo” o que la acción o tarea está “inacabada”.

Sigmund Freud relacionaba la histeria con el shock de una experiencia sexual desagradable previa a la pubertad. La neurosis obsesiva sería el resultado de la experiencia sexual que más tarde se transformaría en culpa y auto reproche. El resultado es la inseguridad y conflicto moral subyacente y persistente. ¡Guau, Freud!

En una interpretación más contemporánea, la duda neurótica estaría relacionada con la querencia al control, la escasa tolerancia a la incertidumbre y el perfeccionismo. Nos cuesta tomar decisiones porque necesitamos certezas, necesitamos saber que el plan de acción elegido es el adecuado y nos traerá los resultados que esperamos. Cuando percibimos que existen demasiados factores ajenos a nuestro control colapsamos en un mar de dudas. Centrifugamos ideas sin descanso y la duda se inmiscuye como un calcetín rojo en una lavadora blanca. Al fin y al cabo, el amor implica vulnerabilidad y riesgo. Haya TOC o no, cuando la duda genera sufrimiento y nos sentimos bloqueados, acudir a un psicólogo puede ser una buena opción.

David Martín Escudero

Referencias bibliográficas


Doron G, Derby DS, Szepsenwol O. (2014) Relationship obsessive-compulsive disorder
(ROCD): a conceptual framework. Journal of Obsessive-Compulsive and Related
Disorders, 3(
2), 169–80.
Doron, G., Szepsenwol, O., Karp E. y Gal N. (2013). Obsessing about intimate-
relationships: testing the double relationship-vulnerability hypothesis. Journal of
Behavior Therapy and Experimental Psychiatry 44(4), 433–40.
Foa, E. B., Kozak, M. J., Goodman, W. K., Hollander, E., Jenike, M. y Rasmussen, S.
A. (1995). DSM-IV field trial: obsessive-compulsive disorder. American Journal of
Psychiatry, 152, 90-96.

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