¿Qué es la ansiedad social?

trastorno ansiedad social
Collage de Sr. Emilio

Muchos de nosotros nos definimos como personas tímidas. En algunas situaciones sociales no estamos completamente cómodos, nos gusta rodearnos de personas conocidas, sentimos vergüenza a menudo y tenemos un cierto sentido del ridículo que regula nuestro histrionismo. Para entender la ansiedad social, tendríamos que multiplicar lafrecuencia e intensidad de nuestra timidez por cinco o diez, añadiriamos temor anticipatorio, unos cuantos síntomas ansiosos, buenas estrategias de evitación, diez rumiaciones posteriores, un trailer de sentimiento de incapacidad y un armario (para meternos dentro). 

El trastorno de ansiedad social, también referido como fobia social, se caracteriza por la aparición intensa de síntomas ansiosos junto con una consciencia exagerada de uno mismo en situaciones en las que nos sentimos expuestos a la mirada de otras personas. Este miedo se pone de manifiesto en encuentros en los que tendremos que relacionarnos (fiestas, cenas, reuniones, etc.), en los que haya que hablar en público, como intervenir en clase o realizar una exposición, encuentros inesperados con conocidos, con personas atractivas del otro sexo, o del mismo, etc. Frecuentemente, estos temores se refieren no tanto a la relación sino a experimentar un grado tal de ansiedad que se haga visible para los otros. En cierto sentido, muchas personas tienen miedo al propio miedo, es decir, sienten ansiedad ante la anticipación de dicha ansiedad.

De acuerdo con el DSM-V, las personas con ansiedad social tienen miedo intenso, persistente, y crónico de ser observadas y juzgadas por los demás y de hacer cosas que puedan parecer ridículas. Se pueden sentir preocupadas durante días ante de una situación que les produce temor, especialmente aquellas en las que la persona se expone a la observación y escrutinio por parte de otros.

Los síntomas físicos que acompañan con frecuencia a la ansiedad social incluyen aceleración del ritmo cardiaco, enrojecimiento, transpiración intensa, temblor, náuseas y/o dificultad para hablar. Cuando estos síntomas ocurren, las personas con ansiedad social a menudo sienten que todas las personas a su alrededor tienen su atención centradas en ellas.

Con relación a los síntomas cognitivos y emocionales, podemos destacar el temor a la evaluación negativa, pensamientos invasivos de signo negativo y catastrofista, temor y/o creencia de ser visto como ansioso, débil, raro, loco o estúpido, miedo a bloquearse mentalmente, a tartamudear, toser, quedarse sin voz, etc.

A pesar de su tardío reconocimiento como entidad diagnóstica independiente (American Psychiatric Association, 1980; Organización Mundial de la Salud, 1992), los estudios epidemiológicos perfilan el trastorno como una problemática de gran incidencia en la población, y en consecuencia, de indudable relevancia clínica. De acuerdo a algunos estudios, la fobia social es el tercer trastorno mental con mayor prevalencia, después de la depresión y la dependencia alcohólica. Se calcula que este trastorno, en diferentes grados, afecta a cerca de un 12% de la población.

A diferencia de la mayoría de las fobias específicas, como por ejemplo fobia a volar o a las inyecciones, donde el comportamiento parece seguir un patrón determinado y predecible, el comportamiento en la ansiedad social en muchas ocasiones tiende a ser caótico e impredecible. La intensidad de la ansiedad en diferentes situaciones de interacción social pocas veces es constante; la misma situación, una reunión de trabajo por ejemplo, puede haber provocado reacciones fóbicas intensas en el pasado, y en otras ocasiones puede haber provocado un grado mínimo de ansiedad. Además, en la ansiedad social focalizada, los síntomas suelen concentrarse ante determinados tipo de personas o situaciones. Por ejemplo, una persona puede relacionarse con normalidad en una reunión de vecinos pero puede tener serias dificultades para relacionarse con una persona del sexo opuesto (o mismo sexo) en un contexto determinado, o a la hora de defender un punto de vista ante personas con un mayor estatus laboral, etc.

Además, existen otros factores a tener en cuenta, en periodos de mayor estrés o menor bienestar psicológico, el nivel de ansiedad producido en situaciones sociales suele agravarse considerablemente. A la inversa, en periodos tranquilos y/o positivos, la misma persona puede no manifestar apenas ansiedad ante situaciones que en otra época pudieron ser generadoras de gran ansiedad.

Otro aspecto muy importante se refiere al comportamiento evitativo, es decir, aquellas conductas dirigidas a evitar aquellas situaciones que generan malestar. Las personas con ansiedad social suelen evitar exponerse (ej.: inventando escusas para no asistir a una reunión) o aplican estrategias para mitigar la ansiedad (ej. consumiendo bebidas alcohólicas para ganar confianza y actuar de forma más desinhibida). A la larga, este tipo de comportamiento puede generar dificultades de diferente índole y puede agravar el problema.

Por otra parte, en muchas ocasiones los trastornos de ansiedad social pueden confundirse con una timidez exagerada y/o se solapan con otras problemáticas. Es decir, es muy común que la persona que padece ansiedad social acuda a terapia demandando atención psicológica por un estado anímico deprimido, un elevado estrés o una adicción.

Todo ello hace que la ansiedad social acostumbre a tener un carácter complejo y al contrario que en otros tipos de fobias, sea difícil para la persona, e incluso al propio psicoterapeuta, identificar patrones claros y evidentes de comportamiento que le identifiquen con esta problemática.

A pesar de que la ansiedad social en sus formas más graves puede llegar a ser altamente limitante en nuestra vida social, laboral o afectiva, es un trastorno que puede ser tratado con éxito en un proceso terapéutico adecuado. En aquellos casos más severos la psicoterapia puede combinarse con tratamientos farmacológicos específicos.

El tratamiento debe adecuarse siempre a las características y necesidades de la persona que acude a terapia. Generalmente se desarrollan varias líneas de trabajo; inicialmente, mediante la exploración de la casuística de los miedos y reacciones ansiosas, revisamos los propios temores y así, poco a poco, van siendo mitigados y apaciguados. De forma paralela se hace hincapié en el entrenamiento en habilidades sociales y el aprendizaje de técnicas de relajación. Una vez que la persona gana confianza en sus recursos, será expuesta paulatinamente y gradualmente a aquellas situaciones sociales que generan ansiedad, inicialmente en el propio espacio terapéutico mediante técnicas de visualización y posteriormente en el día a día del paciente. El éxito al abordar poco a poco estas situaciones generalmente tiene un gran impacto en la autoestima y seguridad en sí mismo, suele provocar entusiasmo para continuar ensayando nuevas conductas en diversas situaciones sociales.

David Martín Escudero

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