M escucha esa canción fantástica que eligió como despertador. Mientras pone el café, se da cuenta de que ha comenzado a odiarla. Mira el móvil y ve que tiene varios mensajes urgentes no leídos. Entre sorbo y sorbo, enciende el ordenador y echa un vistazo a las alertas. Se siente entre abúlico y desbordado. Todavía no ha comenzado el día y ya está anticipando una buena ración de estrés y teletrabajo.
La pandemia viene impactando con fuerza en nuestras vidas. Sus efectos varían cualitativa y cuantitativamente en cada persona o grupo. En algunos contextos socioeconómicos y profesionales ha supuesto un Armagedón, en otros, no tanto.
El estrés laboral generalmente parte del desgaste, el conflicto, la precariedad, una coordinación incompetente o una carga inasumible. Aquellos que teletrabajan han sufrido un cambio drástico de hábitos y rutinas. Para muchos ha sido una bendición, pero otros no tanto. Debemos estar preparados. Para ello es importante disponer de un espacio adecuado y herramientas tanto psicológicas como tecnológicas aptas para dejar atrás la oficina sin morir en el intento.
El teletrabajo per se puede ser una opción excelente para facilitar la conciliación entre vida laboral y personal. Sin embargo, el teletrabajo puede componer un coctel en el que conviven en turbiedad elementos privados y profesionales.
Aquellos que conviven con pareja, con hijos u otros convivientes, pueden ver como se extinguen sus espacios individuales y relaciones con otros más allá del núcleo habitacional. Son muchos y muchas que atienden notificaciones y llamadas al tiempo que despachan tareas domésticas o las demandas de los niños.
Son dificultades que no afectan a los que viven en soledad. A priori los envidiados en la oficina. El teletrabajo, para aquellos que vertebraban su vida social en la cotidianidad de la oficina ha supuesto una drástica disminución en su relación con los otros. Muchos no sabían que acabarían echando de menos hasta los chascarrillos del compañero más cuñado. Como ya vimos en el confinamiento, el soporte social y afectivo es clave. En este contexto se genera una percepción de aislamiento o soledad, que impacta con fuerza en el bienestar, con estados anímicos decaídos, estrés o ansiedad.
Síntomas de estrés laboral
Al igual que en cuadros de estrés laboral, las manifestaciones clínicas más frecuentes refieren síntomas ansiosos o de ánimo deprimido. Algunos de los signos más frecuentes son:
- Síntomas fisiológicos: problemas intestinales y/o estomacales, sudoración, hiperventilación, dolor de cabeza, mareos, temblores, taquicardia, tensión muscular y contracturas, alteraciones en sueño, etc.
- Signos cognitivos: exceso temor al fracaso, excesiva autocrítica, dificultades de concentración, inseguridad, etc.
- Síntomas motores o conductuales: comportamientos no habituales como llanto espontáneo, comer compulsivamente, consumo excesivo de tabaco o alcohol, reacciones de ira, etc.
Cómo combatir el estrés y mejorar el teletrabajo
Identifica la amenaza
¿Qué es lo que nos estresa? Para vencer el estrés, el primer paso se relaciona con identificar su origen. Conocer y ponderar los principales estresores nos ayudará a regular nuestra respuesta emocional de manera adecuada. Las causas pueden situarse tanto en el entorno laboral o volumen de trabajo como en de patrones interiorizados de anticipación, obligación o autoexigencia. El conocimiento y aceptación de uno mismo son clave. Al fin y al cabo, ser consciente del problema constituye el primer paso para su solución.
Desconecta
El teletrabajo tiene numerosas ventajas, la distinción entre lo personal y lo profesional no es una de ellas. La posibilidad de desconectar al dejar atrás la oficina se difumina si el gesto consiste en levantarse y dar unos pasos hacia el sofá. Corremos el riesgo de estar disponibles 24 horas si no ponemos límites. Resulta crucial respetar horarios. Apagar el móvil de trabajo (si es que tienes la suerte de disponer de una línea profesional y otra personal), diferenciar email personal y profesional, silenciar notificaciones son formas eficaces para facilitar la necesaria desconexión.
Organízate
Cambiar oficina por casa puede desembocar en caos. Es conveniente diferenciar ambos espacios en la medida de nuestras posibilidades. Planificar el día, separando aquello que es personal de lo profesional, disminuirá la carga mental. Mantener un espacio de trabajo despejado y organizado es clave. Establecer objetivos diarios, planificar tareas y evitar la procrastinación también.
Cuida tu ocio
La vida social es saludable, implica alimentar vínculos de amistad, promueve el bienestar y compone sustento emocional en momentos de crisis. Ahorras ese tiempo que dedicabas a desplazarte a la oficina. Es hora de reengancharte en tus aficiones o iniciar otras. Eso sí, no te obsesiones con las nuevas metas y prioriza la actividad física y las relaciones sociales a las series o jugar a la play.
Evita colapsar en el sofá
A veces es peor la cura que la propia enfermedad. Colapsar en el sofá día tras día, licuar neuronas a base de isla de las tentaciones o series adolescentes, regar la abulia en alcohol o atiborrarse a cafés y donuts no son soluciones válidas al estrés, sino sus consecuencias.
Un consumo excesivo de alcohol puede agravar los síntomas depresivos y las bebidas excitantes pueden aumentar los síntomas ansiosos. Aléjate del mando a distancia, evita el campo gravitatorio del sofá, saca fuerzas de flaqueza y explora la calle. Aunque te lo pida el cuerpo, procura no entrar en el círculo vicioso trabajo-sofá-cama.
Descansa
Una comida copiosa seguida de una siesta compone un escenario muy tentador. No obstante, puede desembocar en una noche de escasa calidad del sueño. Es necesario acostarse a una hora que garantice al menos siete horas de descanso. Regularizar el sueño y adaptar los hábitos a la vida laboral repercutirá en una mayor sensación de bienestar.
Busca ayuda
La asociación estrés y teletrabajo per se no precisa de un abordaje psicoterapéutico. Si la intensidad o duración de los síntomas así lo aconsejan, la problemática subyacente estaría intrincada en aspectos que van más allá de la mera adaptación a la nueva situación. No olvidemos que una persona no acude a terapia porque el teletrabajo le produce carga mental, sino porque padece depresión, ansiedad o estrés.
David Martín Escudero