Un día cualquiera en 1987, Francine Shapiro paseaba ansiosa barruntando sus preocupaciones, cuando comenzó a mover los ojos de lado a lado mientras procuraba relajarse. La famosa psicóloga cuenta que fue así, de manera casual, como dio con el germen de la afamada técnica. A partir de ahí, comenzó a probar variantes de este “procedimiento” con sus pacientes y comenzó la génesis de la EMDR.
Esta es la historia oficial, sin embargo, John Grinder, uno de los fundadores de la programación neurolingüística (PNL), afirmó más adelante que mostró la técnica de movimientos oculares a la entonces estudiante a principios de los ochenta cuando trabajaban juntos en su despacho. Al parecer Shapiro se interesó por el incipiente procedimiento para tratar una persona víctima de una violación. En la versión de Grinder, este le explicó sus hallazgos para ver años después el primer artículo de Shapiro lanzando la técnica, acompañado de una guía de intervención con patente y copyright incluidos. Otros se sumaron a llamar impostora a la afamada psicóloga (Rosen, 2023). Shapiro siempre negó estas acusaciones.
Nunca sabremos como fue la génesis de la EMDR. Francine Shapiro, mucho más admirada que denostada, se labró un nombre en la comunidad clínica americana y su grupo de estudios configuró la técnica tal y como la conocemos hoy en día. Nadie puede negar que la técnica, inspirada o no por hallazgos previos, es fruto de su trabajo. Este psico-cotilleo vintage, con algunas similitudes al de Seligman en su lanzamiento de la Psicología Positiva, no debe menoscabar la valía del EMDR y su utilidad en el tratamiento de algunos pacientes.
¿Qué son las técnicas EMDR?
EMDR refiere las siglas en inglés de la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (Eye Movement Desensitization and Reprocessing). La premisa principal de las técnicas EMDR es que el trauma no es procesado de una forma adecuada. La técnica defiende que los movimientos oculares dirigidos ayudan a las personas reprocesar los recuerdos traumáticos para una mejor integración de estos mismos en su experiencia.
Las técnicas de la EMDR pretenden acceder a estos recuerdos y facilitar su integración en la experiencia para eliminar su carácter traumático. El principal elemento que se emplea es el movimiento ocular, aunque también se incorporan otras formas de estimulación bilateral, como son la táctil o la auditiva.
Inicialmente la autora desarrolló la EMDR para el tratamiento de personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sin embargo, su ámbito se ha ido expandiendo hacia condiciones muy variopintas, como son las fobias, la depresión, el TOC o la disfunción eréctil.
¿Es eficaz la técnica EMDR?
La eficacia de los procedimientos EMDR compone un asunto peliagudo y muy controvertido. Los principales estudios se han centrado en el tratamiento del TEPT y coinciden en señalar una reducción de los síntomas en comparación con grupos control, es decir, aquellos que no han recibido tratamiento. Otra cuestión sería valorar donde reside su eficacia. Cuando se comparan con otras técnicas de exposición sin movimientos oculares u otra forma de estimulación bilateral, no hay resultados concluyentes (Cheng et al., 2015; Cuijpers et al., 2020). El tratamiento psicológico con exposición a la experiencia traumática, con o sin estimulación bilateral, arroja resultados similares. Lo cual podría indicar que los movimientos oculares son una simple distracción cosmética que generaría una mayor sensación de seguridad en el paciente y/o una mejor adherencia a la propuesta terapéutica.
Un metaanálisis reciente que ha revisado 76 estudios sobre la eficacia del EMDR señala por una la presencia de sesgos importantes en muchos de los artículos pro EMDR y duda de la fiabilidad y validez de sus conclusiones. No cuestiona, sin embargo, la eficacia de la intervención psicoterapéutica con EMDR, señalando su utilidad en el tratamiento de estrés postraumático, fobias y ansiedad de actuación (Cuijpers et al., 2020).
Los detractores de la EMDR no dudan de la eficacia de su procedimiento. Sin embargo, estos matizan que los movimientos oculares, la estimulación auditiva o táctil, son elementos superfluos que conformarían un placebo añadido a una intervención con un marcado componente cognitivo. Por el contrario, los defensores de las técnicas EMDR insisten en que cuentan con evidencias científicas que respaldan la validez de sus técnicas. La controversia desaparecería si la investigación aportase evidencias sobre el impacto de la estimulación bilateral de manera aislada, es decir, sin el proceso psicoterapéutico en el que se enmarca.
Fundamentos teóricos de la EMDR
La idea sobre la que orbita la EMDR es el denominado Modelo de Procesamiento Adaptativo de Información (PAI). Este modelo defiende que el sistema nervioso tiene una serie de mecanismos para procesar e integrar la experiencia, incluyendo aquellas desagradables o amenazantes. En algunas ocasiones, cuando estas vivencias son muy complejas o intensas, el sistema se bloquea y el recuerdo permanece almacenado sin que sea integrado o elaborado, es decir, con una respuesta emocional y cognitiva no adaptada. Estas vivencias no integradas son fuente de malestar cuando en el contexto hay detonantes que las conectan con la experiencia presente.
Por tanto, Shapiro defiende la existencia de un “sistema de procesamiento de la información que integra las nuevas experiencias en las redes de memoria ya existentes, estas redes son la base de la percepción, actitudes y comportamiento” (Solomon y Shapiro, 2009). La eficacia de la EMDR se sustentaría en la estimulación bilateral cerebral, que produciría un flujo de información entre ambos hemisferios cerebrales, liberando una información que estaba bloqueada, como consecuencia de un trauma, y logrando una desensibilización de las emociones negativas e inadecuadas, a la vez que estimulando al cerebro para encontrar nuevas soluciones funcionales y realistas, más adecuadas a su situación.
El estudio con neuroimagen, resonancia magnética y electroencefalografía arroja avances prometedores aunque no concluyentes. Algunos estudios han detectado cambios neurobiológicos durante la aplicación de técnicas EMDR, mostrando variaciones en la activación en las regiones límbicas emocionales y en las regiones cognitivas corticales del cerebro. Lo cual, según los defensores de la técnica, hace que sea la primera psicoterapia con un efecto neurobiológico probado (Pagani et al. 2013). Desafortunadamente, las investigaciones no evidencian la integración neuronal interhemisférica ante la estimulación bilateral ni su supuesta utilidad en el procesamiento de experiencias traumáticas.
La controversia en este caso se relaciona con los fundamentos teóricos que propone la EMDR. Es decir, como explica el impacto de los movimientos oculares en el procesamiento de la información y su respuesta emocional.
Tanto la APA (Asociación de Psiquiatría Americana) como la OMS (Organización Mundial para la Salud) han mostrado dudas sobre la validez científica de los preceptos en los que se sustenta la técnica. Paradójicamente, las bases epistemológicas y teóricas de la EMDR resultan muy controvertidas, no así su utilidad terapéutica. Es decir, los principales organismos aceptan su utilidad, pero cuestionan la evidencia científica de la teoría de reprocesamiento bilateral en la que se sustenta.
La disputa entre defensores y detractores adquiere un carácter psico-político. Gergen tenía razón cuando defendía la naturaleza social y política del conocimiento científico cuando afirma: “la verdad parece una cuestión de perspectivas y estos productos de intercambios y consensos sociales, es decir, construidas en los sistemas de comunicación social” (Gergen, 1992, citado por Botella, 2001). O como apuntaba Humberto Maturana cuando hablaba de “objetividad entre paréntesis” para referirse al papel de la objetividad en los criterios de validación o refutación de las explicaciones científicas. Así, el conocimiento científico puede aspirar a ser objetivo entre paréntesis ya que implica un proceso de construcción en el que somos parte activa y no la captación de una realidad independiente del observador (Maturana, 2006).
Cómo psicólogo con orientación posmoderna he de decir que creo que cualquier técnica que se muestre útil es por tanto válida. Que seamos o no capaces de entender su casuística y funcionamiento, no implica que estos deban ser descartados. El cerebro continúa siendo un gran desconocido y la naturaleza de la conciencia continúa generando teorías muy interesantes. Recientemente se está investigando sobre las supuestas propiedades cuánticas de microestructuras neuronales tubulares ligadas al funcionamiento cerebral. Y en este momento es difícil discernir si se trata de una magufada sideral que hará vender miles de libros de psicomagia o si podría componer el próximo gran cambio de paradigma en neurociencia. Tal vez sucedan ambas cosas, mientras tanto, solo queda aceptar que sabemos poco sobre el funcionamiento de nuestras propias cabezas.
David Martín Escudero
Botella, L., Pacheco, M., Herrero, O. (2001). Pensamiento Posmoderno Constructivo y Psicoterapia. Revista de Psicoterapia, 10, 5-28.
Chen, L., Zhang, G., Hu, M., Liang, X. (2015). Eye movement desensitization and reprocessing versus cognitive-behavioral therapy for adult posttraumatic stress disorder: systematic review and meta-analysis. The Journal of nervous and mental disease, 203(6), 443–451.
Cuijpers, P., Veen, S. C. V., Sijbrandij, M., Yoder, W., & Cristea, I. A. (2020). Eye movement desensitization and reprocessing for mental health problems: a systematic review and meta-analysis. Cognitive behaviour therapy, 49(3).
Maturana, H. (2006). Desde la Biología hasta la Psicología. Chile, Editorial Universitaria.
Pagani, M., Högberg, G., Fernandez, I., & Siracusano, A. (2013). Correlates of EMDR Therapy in Functional and Structural Neuroimaging: A Critical Summary of Recent Findings. Journal of EMDR Practice and Research, 7(1), 29-38.
Rosen, G. (2023). Revisiting the Origins of EMDR. Journal of Contemporary Psychotherapy, 53, 1-8.
Shapiro, F. (1989). Efficacy of the Eye Movement Desensitization procedure in treatment of traumatic memories. Journal of Traumatic Stress, 2, 199–223.
Solomon, R. M., Shapiro, F. (2009). EMDR y el modelo de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI) mecanismos potenciales de cambio. Revista De Psicoterapia, 20(80), 17–37.