Como hijos criados y educados por nuestros padres biológicos aprendemos un tipo de vinculación, una manera de relacionarnos afectivamente, de ocupar un lugar muy particular dentro de nuestro grupo familiar. Aprendemos a relacionarnos con los padres, abuelos, tíos, etc. desde bebés. Al mismo tiempo interiorizamos una manera de “ser padres y madres”, con el concepto de hijos/padres biológicos como modelo implícito. Cuando la paternidad/maternidad se produce por adopción, en general, no existen esos modelos previos de parentalidad adoptiva. Los primeros vínculos afectivos en la adopción se desarrollan de una forma particular.
En la adopción internacional no existe experiencia ni conocimiento sobre cómo incorporar a este nuevo miembro en la familia. Un nuevo miembro que no empieza de cero, que viene con sus vivencias, con su pasado, con otra familia e incluso con otra cultura, etc. La familia adoptiva se enfrenta a dudas a incertidumbres que no tienen una única respuesta. ¿Cómo aceptará su pasado y cómo podemos ayudar a nuestro hijo a entender su historia previa?, ¿cómo prevenir y actuar ante situaciones que le pueden incomodar en la relación con los otros?, ¿qué responder a las preguntas indiscretas de compañeros y amigos?, etc. Comprender la idiosincrasia propia de la parentalidad/marentalidad adoptiva que no son las conocidas en una paternidad/maternidad biológica, será una tarea totalmente nueva para este modelo familiar.
En algunas guías aparecen consejos sobre la manera de comenzar a crear vínculos afectivos con los niños adoptados. Palacios, Sánchez –Sandoval y León (2004) señalan como: (…) según la edad del niño los afectos se expresarán más a través de contactos físicos (abrazos, caricias, etc.) o verbalmente (expresiones de cariño y tono de voz). Esta última modalidad es más típica, principalmente al inicio de las relaciones, de los niños mayores. Por ello, no debe interpretarse negativamente una mayor ausencia de muestras físicas de afecto. Los padres adoptivos deben procurar no agobiar al chico o la chica con abrazos y besos. Fundamentalmente en los primeros momentos, a menos que él o ella lo soliciten.
En la creación de los vínculos afectivos en la adopción es importante la percepción que los padres tienen de las emociones vividas por sus hijos, y como se enfrentan a las mismas. Es importante no quitar peso a las dificultades que puedan presentarse. Sobre todo, comprender que los niños y niñas adoptados necesitan su tiempo para sentirse miembros plenos y para siempre de su nueva familia. Puesto que vienen de situaciones de separación, algunos tendrán incertidumbre respecto a cuánto va a durar su nueva situación.
A esto se une la dificultad que supone el lenguaje y la distancia entre los modelos culturales. Especialmente cuando los niños provienen de una adopción internacional. En ocasiones, los niños, particularmente cuando no son bebés, tienen dificultades para comprender las relaciones de parentesco y sienten confusión con quién es quién en la familia. Por ello, es importante dejarles tiempo, no presionar. No esperar que desde el principio acepte a su nueva familia como propia, con papá, mamá, abuelos, hermanos, etc.
Las tareas profesionales ya no se limitan a la valoración-asignación. Se han multiplicado para atender a las necesidades que se plantean antes de la adopción, durante el proceso de adopción y en el periodo post-adoptivo. Probablemente, la actividad más destacada antes de la adopción sea la preparación de los solicitantes. Las sesiones informativas y los programas de formación para la adopción son pasos relevantes.. Un buen ejemplo es el programa que se elaboró para Andalucía (última edición, 2006). El objetivo fundamental es preparar a los adoptantes para hacer frente a los retos de la adopción; la llegada y los primeros momentos, la comunicación sobre adopción, claves para entender algunas conductas difíciles y para responder adecuadamente ante ellas. características de las adopciones de niños mayores o grupos de hermanos, etc..
Esperanza Alonso Herreruela