Una relación de pareja no suele romperse cuando aparecen las primeras dificultades. En muchas ocasiones, se permanece junto al otro acumulando desgaste y frustración. Se llega a la temida decisión tras mucho deterioro. Son menos las rupturas abruptas y repentinas. Sea como sea, la separación compone una de las experiencias más temidas y estresantes por las que podemos transitar a lo largo de la vida. Un afrontamiento hostil, sin comunicación y sin acuerdos consensuados no hará más que agravar y dificultar el duelo posterior. No existe una única forma adecuada para afrontar una ruptura de pareja; cada persona, relación y disolución se rigen por sus propias particularidades. Sin embargo, sí podemos establecer algunas pautas que pueden ser útiles en estos momentos tan complicados.
Observa tu estado anímico
Son momentos de gran intensidad emocional; la tristeza, decepción, rencor, desesperanza, irritabilidad, apatía, rabia, ira, etc. No es fácil lidiar con la idea de abandono o ruptura. En la génesis del conflicto no siempre está en el otro. A menudo, es la propia frustración, estrés o un estado anímico decaído lo que nos empuja a confrontar al otro.
Es importante prestar atención a cómo te sientes, observar las propios pensamientos y emociones para evitar utilizar al otro como un saco de boxeo sobre el que descargar tu propia frustración. Al fin y al cabo, sólo tú eres responsable de la regulación de tus emociones.
Relativiza el sentimiento de fracaso
En muchas ocasiones, la sensación de fracaso es inevitable. Sin embargo, la ruptura también implica dar solución a un conflicto. La resistencia al cambio, a la incertidumbre o el miedo a la soledad son motores muy potentes que pueden hacer que permanezcamos en una situación de frustración cuasi perenne. Sin embargo, una ruptura implica un cambio de etapa y dar espacio a aquellas demandas que no se ven satisfechas en la relación actual. Superando el miedo inicial, tras la tempestad llegará la calma.
Mantente en el presente
En los días en los que rumiamos la decisión de ruptura, tendemos a mantener debates internos en los que justificamos nuestras motivaciones. Estos días evocamos situaciones pasadas buscando argumentos que expliquen nuestro hartazgo. De forma involuntaria hacemos inventario de todas aquellas ocasiones en las que tu pareja cruzó una línea roja o no estuvo a la altura. Aparece la rabia y esta alimenta el rencor. Nos metemos en un bucle en el que centrifugamos reproches y razones por las que nuestra pareja nos ha amargado la vida. En este proceso, aplicamos un sesgo negativo ya que tendemos a evocar aquellos momentos en los que fuimos dañados, decepcionados o rechazados. Se trata de un proceso estéril, el pasado es el pasado y generalmente está compuesto de luces y sombras.
Paradójicamente, cuando todo acaba somos capaces de recuperar esos momentos positivos, aquellos en los que nuestra relación ha funcionado y nos ha ofrecido bienestar. En el conflicto, la rabia se apodera de todo y no somos capaces de elaborar un relato realista de lo que realmente ha supuesto la relación.
Evita las prisas
Probablemente son años de relación; llegar a donde estáis es el resultado de un largo proceso. No es necesario tener prisa por llegar a acuerdos claros y específicos. Ya sea con relación a los niños (si los hay), aspectos financieros, el reparto de objetos, la casa o las mascotas. No es el momento de negociar las particularidades. Probablemente sea más conveniente hacerlo una vez la decisión de ruptura se haya asentado y normalizado.
Ponte en su lugar
Evita la victimización y deja espacio para que el otro también pueda ser consciente de la nueva situación. Y es que el mundo no gira siempre en torno al propio ombligo. Al igual que tú, la otra parte también debe tener espacio para sentir tristeza, rabia o miedo. Al fin y al cabo, el conflicto también le afecta directamente. Su vida también se verá afectada, y su situación no tiene por qué ser mejor que la propia.
Busca y ofrece espacios individuales
Es el momento para ir al gimnasio, hacer unas compras, ver una serie o pasar tiempo con familia o amigos. Buscar espacios individuales y libres de estrés te ayudará a gestionar tus emociones. El conflicto o la idea de ruptura no debe adueñarse de las 24 horas del día. Aunque sea difícil, hay que procurar momentos de desconexión.
Cuida la comunicación
La comunicación en el ámbito de la pareja es un aspecto clave; además de constituir un factor relevante en la génesis de un conflicto, también es un factor que media tanto en la intensidad y duración de las disputas como en su resolución. Una comunicación inadecuada por su escasez o negatividad dificultará el llegar a los necesarios acuerdos y agravará el conflicto.
Es el momento para ser amable, para expresar y escuchar de forma tranquila, para buscar el espacio adecuado para cada conversación, sin impaciencia y sin imposiciones. En estos días, aspectos tan sencillos como buscar el momento (cuando estemos descansados y relajados) y espacio adecuado (con privacidad y sin distracciones) para tratar algún desacuerdo pueden ser aspectos clave para la prevención y resolución de conflictos innecesarios. Si simplemente no es posible, un psicólogo/a de pareja podrá aportar una mediación que facilitará el proceso.
David Martín Escudero