Términos psicológicos para unas cañas exigentes (parte II)

términos psicológicos 2

Pati: ¿Cómo estás, guapa?
Elvira: ¿Vienes del gym?
Pati: Sí. Me han puesto una rutina bastante TOC. No toco las máquinas y hago muchas repeticiones. ¿Y tú qué tal?
Elvira: Sí, cada día estás más delgada.
Pati: Estoy todo el día con zumos y batidos. ¿Cómo estás?
Elvira: A este ritmo vas a desarrollar fagofobia.
Pati: Pareces mi sobrino con TDAH… ¡Concéntrate! ¿Qué tal estás?
Elvira: No sé, llevo tanto tiempo con esta astenia que creo que es distimia radical. Que no disfruto… anhedonia total.
Pati: ¿Qué vas a hacer?
Elvira: No sé… ¿Esperar a que se pase?
Pati: Ese locus de control… ¡Coge la sartén por el mango y toma decisiones!
Elvira: Amén.

Hace unas semanas Elvira y Pati hablaban de resiliencia, bovarismo, oligofrenia, asertividad o pseudología fantástica. Hoy seguimos sus pasos con la segunda parte del manual para sobrevivir a unas cañas con ínfulas psicológicas.

Anhedonia

Se trata de un término acuñado en la última década del siglo XIX. Implica la antítesis al hedonismo y refiere la reducción significativa de la capacidad para sentir placer. Es decir, la persona que lo padece tiene dificultades para disfrutar aquellas actividades que antes le resultaban placenteras. También se ve disminuida su capacidad para sentir emociones positivas ante un logro, una recompensa o una muestra de afecto. Muchos profesionales consideramos que es el principal signo de una depresión, aunque también puede presentarse como síntoma en otros trastornos mentales.

Astenia

La astenia es un síntoma presente en varios trastornos caracterizado por una sensación generalizada de cansancio, fatiga, debilidad física y psíquica. Otros signos de astenia son somnolencia, apatía, dificultad de concentración, irritabilidad, falta de apetito y disminución de la libido. En el imaginario colectivo está ligada al cambio de estación, espacialmente a la llegada de la primavera o del otoño. Al final del verano o del invierno las farmacias atiborran sus estanterías de complejos vitamínicos y extractos de plantas asiáticas para su prevención. Sin embargo, ni la astenia primaveral ni la otoñal están respaldadas por ninguna evidencia científica.

Distimia

El término distimia fue utilizado por primera vez en la década de 1970 y refiere un estado depresivo de carácter leve y crónico. También referido como trastorno depresivo persistente, los principales signos son una baja autoestima y un estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado. Los síntomas, a pesar de provocar malestar psicológico, no llegan a cumplir los criterios diagnósticos de una depresión.
Diversos estudios epidemiológicos sitúan la distimia entre los trastornos mentales más frecuentes en la población occidental, afectando a cerca de un 1,5%. Al contrario que en otros trastornos psicológicos, existen importantes diferencias en cuanto a género, cuatro de cada cinco casos detectados son mujeres.

Fagofobia

La fagofobia supone una aversión o miedo irracional a tragar o atragantarse. Las personas fagofóbicas acostumbran a sentir que tienen la garganta particularmente estrecha o que no funciona correctamente. Esta percepción les hace temer que al ingerir puedan atragantarse o morir ahogados. En casos severos la persona fagofóbica rechaza los alimentos sólidos; bien se alimentan de purés o bien comen en pequeñas cantidades y mastican de manera excesiva. Es decir, un chuletón de buey es la peor pesadilla.
Dado que interfiere con la nutrición, en algunos casos puede ser considerada un trastorno de la conducta alimentaria. Sin embargo, existe cierto consenso en incluir esta entidad diagnóstica en el grupo de ‘otras fobias‘.

Locus de control

Se trata de un término acuñado en la década de los sesenta como un rasgo de personalidad, relativamente estable, referente al estilo de atribución que una persona realiza sobre la relación entre los acontecimientos en su día a día y su conducta. Locus, en latín “lugar”, implica dónde situamos el timón que dirige nuestras vidas. Existen dos extremos: locus de control interno y locus de control externo.
El locus de control interno favorece que percibamos los acontecimientos como producto de nuestra conducta o competencia, es decir, a factores que podemos controlar. Por ejemplo, una persona con locus de control interno atribuye una conquista amorosa a su propio atractivo o habilidades de ligoteo.
El locus de control externo implica lo contrario, que atribuyamos las causas de los acontecimientos a causas independientes o ajenas a nuestra conducta. Por tanto, el individuo asocia al azar, a los otros o al destino, el acontecimiento que ha ocurrido. Por ejemplo, una persona con locus de control externo atribuirá ese mismo triunfo romántico a la suerte, al alcohol o a la desesperación de su conquista.

TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos más comunes con inicio en la infancia y suele diagnosticarse entre los cinco y los ocho años de edad. Se acostumbra a detectar en el entorno escolar, frecuentemente debido a problemas de comportamiento y dificultades de aprendizaje en lectoescritura y matemáticas, habilidades que requieren un esfuerzo de concentración más prolongado. Los síntomas incluyen dificultad para concentrarse o prestar atención, dificultad para controlar los impulsos e hiperactividad (actividad excesiva). Existen tres tipos de TDAH: (i) predominantemente hiperactivo-impulsivo (el que no para de moverse), (ii) predominantemente inatento (el que está en su mundo) y (iii) combinado (el que no para de moverse en su propio mundo).

TOC

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de dos elementos: pensamientos intrusivos y compulsiones. El primer elemento se compone de una serie de ideas involuntarias recurrentes que producen aprensión, temor o preocupación. El segundo elemento refiere una serie conductas repetitivas o rituales dirigidos a reducir la ansiedad asociada. Dependiendo del tipo y severidad puede ser un trastorno muy incapacitante.
De acuerdo a la temática de las obsesiones y los rituales, se pueden diferenciar varios tipos. Entre los más comunes se encuentra aquel centrado en la higiene, cuando carcomen obsesiones relacionadas con los gérmenes y la suciedad. O el referente a la comprobación, inspeccionando de manera repetitiva puertas, grifos, vehículo etc. para prevenir cualquier tipo de accidente. O la repetición, cuando el ritual refiere la repetición de algo tan cotidiano como cerrar una puerta, encender una luz, subir un tramo de escalera, etc. En otros casos es el orden, cuando los objetos deben estar dispuestos de acuerdo con determinadas pautas rígidas o simétricas.

David Martín Escudero